Hipnosis clínica

La hipnosis se asocia habitualmente con lo místico, lo mágico y lo sobrenatural. Es un área que siempre ha creado una gran expectación, pero que apenas se conoce, porque la información que tenemos acerca de ella, nos ha llegado a través de los espectáculos y medios de comunicación.
La hipnosis como espectáculo, nos muestra el proceso hipnótico como un estado de trance en el que entra una persona gracias a los poderes mentales de un hipnotizador.

En este estado, la persona pierde completamente el control sobre su cuerpo y sólo puede hacer lo que le ordena el hipnotizador. Esto es completamente falso, primero porque no podemos hablar de que exista ningún trance, ya que no existe evidencia empírica que demuestre que se produce dicho estado. Y segundo, porque la hipnosis no sería posible sin la colaboración de la persona, sin que fuese ella voluntariamente la que decida realizar lo que le sugiere el hipnotizador.

La hipnosis científica y clínica entiende el proceso hipnótico como un trabajo en equipo, en el que terapeuta y paciente, emplean de forma conjunta sus habilidades, capacidades y competencias para conseguir que la aplicación de las sugestiones resulte exitosa y beneficiosa.

Las sugestiones que se le dan al paciente, tienen un fin terapéutico, ayudan a la persona a modificar creencias y comportamientos no deseados, no tienen la misión de poner en ridículo al paciente haciendo que este haga cosas sin sentido, como por ejemplo que se comporte como una gallina.

En los platós de televisión siempre tratan de poner las cosas de la forma que más audiencia atraiga, y cuánto más increíbles y más difíciles de explicar sean, mejor.

Hay que tener en cuenta que las personas que salen voluntarias, para empezar han sido escogidas previamente por el hipnotizador, que busca entre aquellas más sugestionables, y para continuar, que están deseando comportarse como la gente espera.
Hay que ponerse un poco en el lugar de estas personas, cuando llegan, ven que hay focos, cámaras, micros y un montón de personas pendientes de ellos, esto descoloca a cualquiera, y claro si viene alguien y te dice ¿a que no te acuerdas de nada de lo que has hecho? ¿Qué vas a decir en ese momento en que todos te están mirando y que están esperando que digas que no? Pues dirás que no, y que además ha sido involuntario porque ¿cómo ibas a ponerte tu ha hacer el ridículo delante de toda esa gente de forma voluntaria?.

Cuanto antes nos desvinculemos de esta visión de la hipnosis mejor, ya que se trata de una técnica que ha demostrado su validez empírica en el tratamiento de diversas afecciones, por ejemplo:

  • Manejo del dolor
  • Ansiedad
  • Trastornos del sueño
  • Reducción del peso
  • Tabaquismo
  • Asma
  • Enuresis en niños
  • Preparación a la cirugía

La sociedad británica de Psicología (2001/2002) define la hipnosis cómo:

“una interacción que se da entre una persona, el hipnotizador y otra u otras personas, el sujeto o sujetos. En esta interacción, el hipnotizador intenta influir en la percepción, sentimientos, pensamientos y conductas de los sujetos, pidiéndoles que se concentren en ideas e imágenes que pueden evocar los efectos que se pretenden conseguir. Las comunicaciones verbales que el hipnotizador emplea para alanzar esos efectos se denominan sugestiones. Las sugestiones se diferencia del resto de instrucciones de la vida cotidiana en que aquellas implican que el sujeto experimenta, con éxito, una respuesta caracterizada por una cualidad involuntariedad o por la carencia de esfuerzo”

Esta involuntariedad percibida, a la que hace referencia la definición, se produce porque las respuestas a la sugestión hipnótica son automáticas, es decir, se realizan con menor esfuerzo y con un menor consumo de recursos atencionales. Es cómo conducir o caminar; realizamos una serie de movimientos de forma automática y sin tener que pensar en la realización de cada uno de ellos. Pero en todo momento son voluntarios y la persona decide cuando quiere dejar de realizarlos.

Podemos pensar que la hipnosis es como ir al cine. Nos sentamos en la butaca y nos sumergimos en la historia de una película que puede hacernos llorar, reír, o gritar de puro terror. Hay un director, que nos ha intentado trasmitir todas estas emociones a través de la narración de una historia que nosotros sabemos que no es real, pero que nos la creemos mientras dure la película. Si no nos gusta, podemos levantarnos tranquilamente y abandonar la sala.

Lo mismo ocurre con la hipnosis; el terapeuta nos ofrece una serie de sugestiones, que pueden ser ideas, pensamientos, estados de ánimo y que si nosotros nos las tomamos como ciertas, terminan pasando.
Un ejemplo de sugestión puede ser:

“Imagina que tienes una esponja especial que está suave y caliente y que cuando la pasas por zonas doloridas, puede calmar el dolor. Imagina que pasa tu guante por la frente, su tacto es suave y cálido, y a medida que te frotas con ella, tu frente se va calentado y el dolor empieza a decaer. Visualiza un termómetro que va de 1 a 10, y que medida que te frotas con la esponja, este termómetro va subiendo. Ahora está en 1, y comienzas a sentir como el dolor afloja un poquito, sigues frotando y llegas a dos, el dolor cada es menor, ves el tres, y el cuatro…y cuando llegas al 10, el dolor ha desaparecido completamente.”

Si conseguimos visualizar y sentir como si esto realmente estuviera pasando, podemos ser capaces de tolerar mejor el dolor y si por el contrario pensamos que todo esto son chorradas y no nos creemos nada de lo que nos están diciendo, entonces la hipnosis no tendrá ningún efecto en nosotros.
Con lo que tenemos que quedarnos es con que el proceso hipnótico es una relación de comunicación entre dos personas que pretende generar cambios en los procesos psicológicos y somáticos y que nada tiene que ver con la hipnosis que nos presentan en los medios de comunicación.

Psicoténicos Renueva. síguenos en nuestras redes sociales Psicoténicos Renueva. síguenos en nuestras redes sociales